Medio Ambiente se define como el “conjunto de factores naturales, sociales, económicos y culturales que rodean al hombre” de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En 2021 el tema ambiental tomó una relevancia sin precedentes, de acuerdo al informe anual del PNUMA 40 naciones respaldan la transición hacia productos ecoeficientes, 270 bancos de 66 países han suscrito, al 2021, los Principios para una Banca Responsable a fin de alinear sus estrategias y prácticas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París, juntos representan el 45% de los activos bancarios mundiales, 500 grandes empresas comparten una visión común de una economía circular para que el plástico nunca acabe siendo un desecho, estos números nos indican que a pesar de estos logros, queda mucho trabajo por hacer para abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la diversidad biológica, y la contaminación y los desechos, por ello es importante reflexionar cuán importante es mantener una relación armoniosa con nuestro medioambiente, el espacio vital en el que vivimos, y las actividades productivas que necesitamos ejecutar para el desarrollo económico de forma que sea sostenible en el tiempo, es lo que se conoce como Sostenibilidad Ambiental.
Las organizaciones que buscan este equilibrio deben estar comprometidas con el fomento de una cultura que posibilite que sus trabajadores y/o proveedores tomen conciencia del impacto ambiental de sus actividades, de los productos y servicios que ofrecen, de forma tal que les permita promover el desarrollo económico, pero buscando impactar de forma mínima en el ambiente, procurando no amenazarlo ni degradarlo, sino conservar los recursos naturales existentes, para una mejora en la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.
Una auditoria de cumplimiento legal puede contribuir significativamente de forma positiva para contar con suficientes elementos que aseguren una adecuada valoración de riesgos, pero principalmente, para asegurar la sostenibilidad ambiental de su operación.
Claudia Meléndez, Abogada y Consultora Ambiental de ZONE
Este proceso de investigación y análisis es conocido como proceso de Debida Diligencia. El proceso de debida diligencia pretende determinar de una manera cuantitativa o cualitativa, el impacto que las actividades de una empresa puedan tener sobre el ambiente. De hecho, uno de los objetivos principales de este proceso de estudio y análisis, es la determinación de posibles contingencias medioambientales asociadas a las actividades de la empresa, ayudando a evitar que impactos ambientales puedan reducir el valor de su operación, así como evitar posibles contingencias o responsabilidades por obligaciones determinadas por la legislación en la materia, o en el caso de adquisiciones de empresas que estas sean adquiridas sin conocimiento previo de tales contingencias. Una Debida Diligencia Ambiental es un tipo de investigación que idóneamente no debería limitarse al análisis y revisión documental; sino acompañarse de visitas de campo para conocer de primera mano el estado real de las operaciones de la empresa, circunstancias que difícilmente pueden evidenciarse con la simple revisión de la tenencia de los permisos emitidos por las Instituciones reguladoras, estas visitas de campo coadyuvan a calificar o verificar si un sitio se adecua a criterios ambientalmente aceptados, o a cuantificar el monto de inversión necesario para que este se encuentre en cumplimiento de la normativa ambiental, este último criterio puede influir en la determinación del precio de una transacción de adquisición.
Las Debidas Diligencias Ambiental se desarrollan en diferentes fases, por lo general la fase preliminar incluye revisión documental, verificación de los permisos aplicables, y del cumplimiento del marco legal. En la segunda fase podemos incluir estudios y análisis específicos, recolectar evidencias de manejo ambiental inadecuado e implicaciones legales. Finalmente, la fase de remediación en la cual se incluye la toma de acciones para sanear la contaminación y la estimación de tiempo y costos que estas medidas necesitarán.
Realizar un proceso de debida diligencia ambiental, de forma periódica se vuelve una herramienta para asegurar la sostenibilidad ambiental de los negocios porque permite:
- Determinar y cuantificar las responsabilidades ambientales actuales y potenciales, que podrían impactar el medio ambiente, así como los riesgos que se pueden asumir como consecuencia de una transacción.
- Establecer un monto económico que cubra riesgos ambientales, de la operación actual o futura, el cual en el caso de una transacción puede impactar significativamente en el establecimiento del precio.
- Ayuda a las empresas a mejorar el posicionamiento de su marca y a acceder a posibles licitaciones, o recursos financieros