El deber de reciclar:
El reciclaje es fundamental para lograr el objetivo mundial de consumo responsable, e inclusive constituye un deber legal en muchos países, dentro ellos, Costa Rica. A través del consenso de países, la ONU incluyó el reciclaje como una de las actividades necesarias para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible, que buscan poner fin a la pobreza, proteger al planeta y garantizar la paz y prosperidad de todas las personas.
Parte de lo que entendemos por consumo responsable es el aprovechamiento máximo de los bienes y servicios que se producen; viéndolo de otro modo, implica reducir al máximo el desperdicio de recursos preciados que pueden ser aprovechados por otros.
Por ello, para lograr el objetivo mundial de consumo responsable, es fundamental el RECICLAJE, que significa:
* La transformación de los residuos.
* Para restituir su valor económico y energético.
* Evitando su disposición final.
* Siempre que la restitución resulte en un ahorro de energía y materias primas, y el material reciclado no suponga un peligro para la salud y el ambiente.
Según esta definición formal, no se considera reciclaje la simple reutilización de materiales cuando para ello se incurren en mayores gastos energéticos y de materiales, que los que serían necesarios para elaborar un producto con materia prima nueva.
En buena parte de los países del mundo, reciclar no es una opción, sino una obligación impuesta por las autoridades. Desde Costa Rica, la ley expresa claramente que todas las personas que generen o posean residuos deben:
* Reducir lo más posible la generación de residuos.
* Separar los residuos desde la fuente, clasificarlos y entregarlos a un gestor autorizado o sistema municipal.
* Manejar los residuos que posea de forma que no se ponga en peligro el ambiente o la salud, ni ocasionen molestias visuales o por malos olores.
Los residuos deben ser separados y clasificados en las siguientes categorías:
* Ordinarios: aquellos de carácter doméstico, como el papel, plástico, vidrio etc.
* Residuos Peligrosos: que tienen características tóxicas, radioactivas, explosivas, inflamables y bio infecciosas que puedan causar daños. Entre este tipo de residuos encontramos: trapos impregnados de combustibles, jeringas usadas y contenedores de material corrosivo.
* Residuos de Manejo Especial: aquellos que por su composición, necesidades de transporte, almacenamiento y uso, implican un riesgo a la salud o el ambiente. Ejemplos de ellos son las llantas, baterías de automóvil y refrigerantes.
Las normas en materia de residuos imponen que la separación y clasificación de los residuos debe hacerse desde la fuente generadora, esto para facilitar el aprovechamiento de las materias valorizables, pero también para evitar que con la mezcla de residuos de diferente categoría pueden contaminarse otros. Así, se entiende que si un residuo peligroso entra en contacto con un residuo ordinario, este último adquiere características de peligrosidad.
La forma de deshacerse de los residuos variará dependiendo del tipo de residuo. En el caso de los residuos de tipo ordinario, estos deben entregarse ya separados y clasificados a la Municipalidad. No obstante, también puede acordarse la entrega de estos a gestores autorizados o compradores de materia prima usada.
Los residuos peligrosos deben ser entregados a gestores específicamente autorizados para el manejo del residuo en cuestión. El generador que transfiera sus residuos debe asegurarse de dejar registrada la entrega a través de manifiestos de entrega-transporte-recepción, de lo contrario, puede ser responsable de cualquier daño que pueda generar una eventual mala gestión del residuo.
En cuanto a los residuos de manejo especial, cada tipo de residuo tiene su forma de disposición que se encuentra en las indicaciones del producto o debe consultarse al momento de la compra. Un ejemplo es el caso de las llantas de automóvil, que usualmente se dejan en los establecimientos que las cambian.
No es de extrañar que el Programa de las Naciones Unidas para Desarrollo haya contemplado dentro de sus 17 objetivos inmediatos, la gestión responsable de los residuos, pues son indudables los efectos positivos que esta actividad genera para la prevención de enfermedades y conservación del medio ambiente.
No obstante, con la aplicación de medidas de consumo responsable, también pueden alcanzarse otros objetivos relacionados con el bienestar económico. Un caso de éxito en esta materia fue logrado en nuestra propia organización, que a través del reúso de papelería, hemos logrado reducir en 80% nuestro consumo de papel y los gastos que lo acompañan.